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SANTI
 

Yo hacía bastante tiempo que no salía a la montaña en plan alpinistíco, algo en Gredos, algo en Patones etc. Pero un buen día en abril de 2003, me llama el tio pedro para animarme a salir de escalada; nada mas y nada menos que a Siglos (casi ná). Nos acompañaría un amiguete que le había presentado otro amigo llamado Joan.


 
 

Bueno quedamos en casa de Perico, y se presenta el tío Ernes; como definir este instante, sin intercambiar demasiadas palabras, por lo menos por su parte, yo supe al instante que Ernes iba a ser alguien importante para mi.

Durante el viaje hacia los Mallos, solo hablaba yo (como siempre), y le preguntaba a Ernes, y le preguntaba a Pedro, y le volvía a preguntar a Ernes. Supongo que diría: que tío mas cansino.

Pasamos la noche en el Hostal de Toño, y yo seguía bla, bla, bla.... llegamos a la base de la pared; Perico sugería hacer algo fuertecillo y yo le decía por lo vajini, troco que este muchacho no ha trepado nunca aquí (patio que te cagas). Pedro decía que era muy bueno escalando. Decidimos meterle a la Mosquitos que yo había hecho hacía 12 años. Los dos primeros largos los hizo Perico, el tercero Ernes, el cuarto yo,. Ja, ¿y quien hace la travesía al trono?. Entonces con esa humildad que le caracterizaba, Ernes dijo que si no nos importaba le gustaría hacerla a el. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan seguro en la montaña como con Ernesto. A partir de ese momento supe seguro que Ernesto era la persona con la que yo, o mejor dicho, por la que yo volvería a la montaña.

Acabamos la mosquitos, yo aluciné por su forma de trepar, sosiego, y seguridad escalando. Me dije a mi mismo que con Ernes me meto hasta en el K2, (solo conociéndole de un día).

Al día siguiente hicimos la normal del Puro, en la que yo me pegué un vuelo de 30 metros hacía 9 años. Mogollón de abueletes en la vía. Yo hablaba y hablaba con todos, sobre todo, de todos; sin saber que hablaba con los abueletes Ángel Cintero y Lorenzo Ortas (toma ya). Ernesto trepaba y trepaba, perico le seguía, y yo hablaba (bueno también trepaba, pero sin parar de hablar). Lorenzo me dijo que Ernes escalaba muy bien, sin prisas, sin nervios, seguro y disfrutando de cada paso y de cada largo.

Al bajar del Puro tomamos unas cervezas con ellos y nos hicimos fotos, no era para menos Ángel fue uno de los protas de la 1ª ascensión al Puro, y Lorenzo era un himalayista de primera, estuvo en el K2.

A partir de este finde Ernes y yo nos llamábamos todos los lunes. El contestaba: Si, Hey bicho (decía yo), Hey tu tio Santi (respondía Ernes); y a partir de aquí entablábamos la conversación, sobre el finde, y sobre el próximo puente, finde, viernes tarde; y tantos y tantos días que estuve con el.

Para mi Ernes era como diría Forrest Gump, mi muy mejor amigo. Todavía sigo pensando como definiría su personalidad, y no hay un adjetivo concreto que reúna todas las cualidades de Ernesto. Quizá; modesto, observador, paciente, reservado. El caso es que todos los calificativos que se le puedan atribuir, sólo desembocan en lo gran persona que Ernesto era para mí y para el resto de sus amigos.

Sin ser un gran comunicador Ernes hizo nacer entre todos sus amigos lazos de amistad, que aún sin conocernos entre nosotros, todos sabíamos (si es amigo de Ernes, es amigo mio).

Amigo Ernes te llevo conmigo para el resto de mi vida. Hemos compartido tanto en tan poco tiempo, lo único que lamento es no haberte conocido mucho antes “bicho”.

Tantas aristas, tantos corretores, paredes, frío, calor, insomnio, sudor, tantos fuets de casa tarradellas, tantas cantimploras, tantos largos, tantos rápeles, tan pocas palabras, TANTA AMISTAD. Quizá todos estos momentos sean los que hagan sobrar la verborrea y estimulen la verdadera amistad, cosa que Tú compañero transmitías a cuantos te rodeaban.

Hablamos el lunes “Bicho”.

Santi.


Mónica | Sergio